Nos comparte Santa Teresita, en Historia de un alma:
Era necesario que Dios hiciera un pequeño milagro para hacerme crecer en un momento, y ese milagro lo hizo el día inolvidable de Navidad. En esa noche luminosa que esclarece las delicias de la Santísima Trinidad , Jesús, el dulce niñito recién nacido, cambió la noche de mi alma en torrentes deluz... En esta noche, en la que él se hizo débil y doliente por mi amor, mehizo a mí fuerte y valerosa; me revistió de sus armas, y desde aquella noche bendita ya no conocí la derrota en ningún combate, sino que, al contrario, fui de victoria en victoria y comencé, por así decirlo, «una carrera de gigante ».
Fue el 25 de diciembre de 1886 cuando recibí la gracia de salir de la niñez; en una palabra, la gracia de mi total conversión.
¡Qué a partir de esta Navidad, el Señor nos regale la gracia de marchar de victoria en victoria, hacia la meta del Padre Eterno, por Jesús, el Amado, en alas de la Ruaj Santa !
